Warhol at the Factory


La buena vida muestra al lector visitar siete casas creadas a lo largo del siglo XX, despojando su mirada de códigos y prejuicios profesionales: un recorrido que niega la modernidad como experiencia triunfante del positivismo y recupera la pluralidad radical del siglo. El objetivo de este libro es alertar y contribuir a una mayor conciencia de los vínculos entre las formas de pensar, de ver el mundo, los modos de vida y las técnicas proyectuales; que éstas no son neutrales sino que limitan y contienen en sí mismas la capacidad de maniobra crítica de nuestro trabajo. Escrito por Iñaki Ábalos.


Las comunas no son solo una organización social, es una forma de habitar, pensar y construir el espacio privado con claras derivaciones e implicaciones arquitectónicas. Nos trasladamos a los años 40 donde las comunas rusas revolucionarias comenzaron con una forma de vida liberal conviviendo en masas y absorbiendo las nuevas formas de organización social que ya habían experimentado los primeros socialistas y algunas sectas religiosas puritanas. 20 años después se traslada a Nueva York, donde la mayoría serán grupos de pintores.


Esta forma de vida fue trasladada a la vida profesional y a la forma de trabajar a través de una convivencia que daba sus frutos mediante el trabajo colectivo, la puesta en común, las reuniones y fiestas sociales de la época hasta altas horas de la madrugada.


Como máximo referente encontramos a Andy Warhol y a su propio estudio conocido como, The Factory, el cual se apodó así por la cantidad de cuadros y películas que se realizaban allí. Se trata de un local situado en el cuarto piso del 231 de la calle 47 Este, cuenta con 450m2 y tiene ventanas a lo largo de toda la pared sur. En este lugar Warhol luchaba por convertirse en maestro de todas sus artes: pintura, publicidad, fotografía, diseño, música, cine… con una mirada sarcástica, una imaginación única, una inagotable curiosidad y un peculiar sentido de humor. Con todas estas características, creo una nueva forma de ver y vivir el arte.




En esta época se empieza a hablar del Loft. Será una casa taller de gran superficie y gran volumen de aire, normalmente alquilada por precios muy bajos, instalada en un espacio industrial o un almacén generalmente de finales del XIX y situado en un lugar céntrico, en el que se funden el ámbito privado y el laboral. Iñaki Ábalos, en su libro, describe el lof como ``una forma de habitar alternativa, una forma de pensar, proyectar y vivir en nuestro tiempo´´. Un tiempo siempre actual de tipología moderna. Habitar, pensar, proyectar y vivir son exactamente los valores que persigue el centro para crear cada uno de los habitáculos de cada uno de los jóvenes que formen parte del centro.



Para llegar a esta nueva tipología de vida se produjo por la huida de la familia, de lo correcto, de la pareja, de los horarios, la rutina y de cualquier tipo de obligación. Las personas que compartían este estilo de vida se desenvolvían dentro del mismo grupo social, en el que no hay ningún tipo de estructura jerarquizada que otorgue más o menos poder a cualquiera de sus miembros, desencadenando en una vivienda abierta a invitados para organizar fiestas y reuniones sociales para fomentar la comuna social que tanto persiguen. Siempre con el objetivo de trabajar colectivamente.


El desorden será otro de los aspectos más visibles, tanto el desorden formal como el espacial, ya que cualquier espacio puede mutar y dar función a otro tipo de necesidades. Una vitalidad absorbida de tal modo que el loft nunca descansará y siempre estará dispuesto a la creatividad de sus habitantes.



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